Domingo, 25 de mayo de 2019

De dónde le viene la inquina hacia mí a este expósito, es algo que se me escapa. Creo que ya lo he dicho, o tal vez lo dejé pasar: En las mismas páginas de Babelia tuvieron que impedirle que sacara un texto sobre mis diarios. Mal hecho, sin duda.

Pero cómo va a sorprenderme si ya el expósito, en La virtud del intruso. El dietario de escritor (Cuadernos hispanoamericanos (enero de 2018) se refiere «la sobreactuación de estilo y victimismo de José Carlos Cataño».

Llevado por mi lado oriental debería no decir nada, esquivarlo, no procurarle ningún mal con mis palabras. Pero, ay, expósito trepador, no puedo borrar tu hocico y tu voz cuando, delante de mí y de Juan Cruz, te horrorizabas porque alguien había publicado ¡»en mi País»!, ¡»mi País!» Con ese merdellón que nunca te limpiarás de la cara, publicaste un panfleto prescindible: Contra la izquierda: Para seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI, y aun te has atrevido con Cervantes, como si fuera un Ridruejo, un Ortega a los que también has tratado para marcas hitos en tu escalafón.

 

 

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