Miércoles, 15 de mayo de 2019

¿Puede interactuar con el mundo quien no lo entiende, lo que sería mi caso, salvo que sea a ciegas, a golpes, debido a los azares y los accidentes que acaecen en nuestro interior? Salvo que por «el mundo» concibamos nuestros propios procesos de comprensión, no solo con el exterior, sino entre las mismas piezas que componen nuestro entendimiento, lo que tampoco sería mi caso. ¿Qué nos queda? ¿Balbucear sin respuesta, quedarnos parados sin desentrañar apenas algo, retozando en el dolor insonoro de nuestra propia nube oscura? He oído que en Vietnam el lago subterráneo mayor del mundo sigue avanzando en extensión. No somos el mayor, sino el más insignificante lago subterráneo con mayor extensión de desconocimiento.

Martes, 23 de abril de 2019

Venía de hacer la compra. Me topo con Sergi Pàmies que me dice que se va a firmar. Un puesto de rosas. Dos adolescentes rubias y muy serias y una niña de pelo negro sonriente. Aunque hace tiempo que no me fijo en las adolescentes, mis pasos se desvían y estoy como un tonto contemplando el puesto de rosas. Rosas. Una espiga. La combinación siempre me ha resultado algo repulsiva. Y la banderita patriótica. Dios, toda la vida así. Rosas, adolescentes, banderitas, luego la mujer que te regala un adefesio de libro. La más espabilada me suelta: Si compras tres, te sale más barato, y además te regalamos la galletita. Sucumbo. Debo de estar dormido. La otra adolescente tiene unos ojos que ya se puede apagar el mundo, que no me enteraría. Acepto. La niña sonriente me entrega la galletita. Como un bobo cruzo el semáforo.